Estamos a punto de cumplir seis meses desde que el presidente Vizcarra decretó el estado de emergencia sanitaria en el Perú, que vino acompañada de una de las cuarentenas más estrictas de la región. El impacto inmediato fue brutal, tanto personal, familiar y social, como profesional y empresarialmente. Nuestro mundo frenó en seco y muchos caímos. Sin embargo, nos estamos levantando poco a poco, magullados y adoloridos, gracias a que hemos entendido que debemos seguir adelante.
El proceso fue de adaptación continua, pero resultaron decisivas las primeras semanas, que parecieron años y en las que el aprendizaje fue lo más valioso y nuestra capacidad de resiliencia quedó nuevamente en evidencia.
Podríamos abordar este aprendizaje y destacar nuestra capacidad de adaptación desde muchas perspectivas, sin embargo, me gustaría hacerlo desde mi experiencia personal y la disciplina que me compete: la comunicación.
Tecnocomunicación
Considerada una de las más importantes y primarias actividades humanas, la comunicación ya venía cambiado su dinámica desde hace varios años, ya no era necesario estar cerca de alguien para comunicarse y los medios de comunicación humana eran cada vez menos “humanos”.
Paradójicamente, esta evolución tecnológica de la comunicación, criticada por muchos, resultó ser la salvación de muchas personas, familias y empresas. Permítanme contarles mi experiencia personal. Yo empecé a trabajar en AUNO el 16 de marzo. Sí, precisamente el día que empezó la cuarentena. Es decir, no conozco personalmente a muchas de las personas con las que trabajo y “convivo” desde hace seis meses. Hoy, puedo asegurarles que la única manera de sobrellevar esta situación fue gracias a la paciencia, la capacidad de adaptación y la tecnología.
Este último punto fue clave: Zoom, Meet, Teams, Skype, Drive, la nube y el entrañable WhatsApp se convirtieron en herramientas indispensables para todas las instancias de la vida,n especial para el trabajo y la comunicación.
Sin embargo, el aprendizaje a la fuerza en el uso y los secretos de estas aplicaciones ha permitido, y seguirá permitiendo, una reconfiguración de la forma de trabajar y establecer el relacionamiento, incluso cuando la covid-19 sea historia. Algunas otras ventajas asociadas a esta nueva configuración serán la reducción considerable del estrés y del tráfico, el ahorro en gastos de oficinas y transporte y el reencuentro de espacios personales y familiares desconocidos para muchos.
Hemos sido capaces de entender que muchas de nuestras reuniones de trabajo, comités o presentaciones con clientes o acercamientos comerciales eran innecesariamente presenciales, y hemos aprendido también la importancia del uso eficiente del tiempo. Además, hemos comprendido que la mayoría de objetivos y metas de comunicación que hasta hace apenas seis meses creíamos que solo se podían alcanzar presencialmente, hoy es posible lograrlas a distancia.
Hemos podido ser testigos del desbordado avance de los webinars y otras herramientas para comunicarnos y dar a conocer nuestra experiencia. Incluso hemos lanzado con éxito nuevos productos y servicios de manera virtual, y visto el crecimiento exponencial de canales de venta online, algo impensado hace menos de un año.
Y es que hoy la comunicación trasciende la distancia física y se acerca cada día más a su esencia: los mensajes comprensibles y atractivos, lleguen por el canal que lleguen.
Crisis vs oportunidad
Otro punto crítico para el negocio de la comunicación en este nuevo panorama eran las ventas y la gestión comercial. Es evidente el impacto económico que la crisis sanitaria ha tenido en todos, absolutamente todos, los sectores económicos, incluyendo el de la comunicación. Los clientes de las agencias de comunicación estratégica se vieron afectados directamente y el riesgo de postergar los servicios de asesoría era muy grande.
Sin embargo, la realidad que ahora contemplamos nos muestra un escenario distinto, positivo. La crisis sanitaria y sus graves consecuencias produjeron la desaparición de un grupo grande de empresas consolidadas. En la mente del consumidor se instaló una visión pesimista en la que las noticias y las redes sociales anunciaban todos los días el cierre de una empresa o la desaparición de una marca entrañable.
Las empresas debían comunicar, primero, las medidas que estaban tomando para sobrevivir en medio de la crisis, y luego, que lograron sobrevivir y regresaban con fuerza. Es en este momento en que las agencias de comunicación tomamos una mayor relevancia. Había que dirigirse efectivamente al público a través de los medios disponibles.
Y es en ese contexto en el que las agencias de comunicación nos sentimos más cómodas. Conocedoras de las movidas en los medios de comunicación tradicionales y la aparición de espacios coyunturales favorables, las agencias orientamos a nuestros clientes entre las tinieblas en las que estaba inmerso el mercado.
Esta es la razón por la que pese a vivir una coyuntura muy compleja, las agencias de comunicación no perdimos vigencia; muy por el contrario, hemos ganado terreno sobre otras actividades. La creatividad, la capacidad de adaptación y la experiencia fueron, y serán, aspectos clave en la comunicación en tiempos de la nueva normalidad.