Una de las ideas más repetidas por los especialistas de todos los sectores es que, a partir de la crisis del coronavirus, nada volverá a ser igual. Todos ellos hablan de una “nueva normalidad”, repleta de restricciones, y que conlleva un cambio real de paradigmas. Estamos inmersos en un nuevo aprendizaje y todos los que queremos sobrevivir, en la extensión más amplia del término, debemos ser capaces de adaptarnos y, de ser necesario, transformarnos.
La comunicación corporativa no es la excepción. Las empresas e instituciones públicas tienen la obligación de adaptarse y modificar sus estrategias de comunicación y sus contenidos haciéndolos interesantes, creíbles, utilitarios y empáticos.
Los nuevos desafíos a los que se enfrentarán los responsables de la comunicación estratégica son muchos, pero elegimos los 5 más importantes:
1. Las nuevas audiencias
- A simple vista, se ha producido un gran cambio en las audiencias, los públicos consumidores de información. La base de usuarios de medios de comunicación se ha ampliado: son muy pocos los que son indiferentes a la información y la mayoría busca informarse por cualquier medio y en todo momento. Los más jóvenes, e incluso niños, están atentos a los noticieros y redes sociales.
- Esta es una tendencia que las empresas deben aprovechar de manera inteligente, compartiendo contenidos interesantes y específicos para cada público. Teniendo en cuenta que esta situación probablemente se mantenga más allá del fin de la crisis, es una gran oportunidad de fortalecer la reputación entre clientes, potenciales clientes y futuros clientes.
2. Las nuevas plataformas de comunicación
- La crisis sanitaria ha modificado la manera de informarse. Llama la atención que, con sus mensajes de mediodía, el presidente Vizcarra alcance picos de rating de dos cifras, algo que pocos programas nacionales consiguen. Mientras, las restricciones en la publicidad y en las ventas de ejemplares hará que sobrevivan solo aquellos medios que consoliden su red de suscriptores, creen contenido relevante y fortalezcan sus plataformas digitales.
- Aunque parezca un problema, esta es una gran oportunidad para que los contenidos de calidad producidos por las empresas logren un espacio en medios de comunicación tradicionales en sus nuevas plataformas. Además, abre la puerta a la consolidación de blogs, canales de YouTube, cuentas Instagram y Facebook corporativos que, gracias a información relevante y contenidos utilitarios, pueden llenar espacios vacíos.
3. Los nuevos foros de debate
- La sed de información que los peruanos venimos experimentando no tiene precedentes cercanos y los usuarios la sacian en diversas plataformas, sobre todo en redes sociales como Twitter, Facebook e, incluso, Whatsapp. Sin embargo, este inusitado interés por conocer la información de último momento también ha consolidado a las redes sociales como un terreno fértil para la diseminación indiscriminada de fake news. Audios malintencionados, videos tendenciosos y comunicados ‘bamba’ han causado reacciones negativas contra las fuerzas del orden y las autoridades, peligrosas aglomeraciones e inestabilidad política.
- En este contexto, los responsables de comunicación deben poner el foco en el posicionamiento de los CEO o directores como voces autorizadas en los temas de su especialidad, buscando transformarlos en líderes de opinión. Esto se logrará a base de crear contenidos y difundir información certera y comprobada. Con el tiempo, los usuarios esperarán sus publicaciones y, muy probablemente, las compartirán y los medios de comunicación los convocarán a entrevistas.
4. Los nuevos contenidos relevantes
- Este es probablemente una de los aprendizajes más importantes que nos está dejando la covid-19. Ya hablamos de la importancia de la veracidad de la información. Sin embargo, tan importante como la veracidad es la relevancia de dichos contenidos.
- Las marcas deben quedar en un plano secundario para dar paso a los contenidos de valor o de conveniencia para un público más amplio, dando a dicha información mayor interés y, sobre todo, mayor autenticidad. Estos mensajes deben estar orientados también a los propios trabajadores, que verán en esta información una manera directa de enterarse de lo que su empresa está haciendo y cómo lo está haciendo. Así, y de manera paradójica, sin que la marca sea el centro del mensaje, esta fortalecerá más eficazmente su reputación.
5. La nueva responsabilidad social
- En un contexto tan incierto y delicado como el que estamos viviendo, la Responsabilidad Social Corporativa gana en importancia y trascendencia. Si bien los programas de RSC son los primeros en eliminarse por las dificultades financieras por las que atraviesa una empresa, es vital transformar estos programas para orientarlos a la crisis sanitaria que afecta al mundo entero. Una donación bien encaminada, una capacitación orientada a vencer al enemigo invisible o una inversión que busca el bienestar de las familias golpeadas por la crisis pueden resultar acciones sociales muy eficaces y de un gran impacto comunicacional; en especial, si están orientadas a la salud, la lucha contra la pobreza o al bienestar en general de las personas.
- Así, los programas de RSC que se implementen deben ser comunicados de manera eficiente. Esto de ningún modo podrá ser interpretado como un aprovechamiento de la situación; por el contrario, denotará una real preocupación de la empresa por sus clientes, sus trabajadores, su entorno y el país en general. La capacidad de cada empresa de amoldar sus esfuerzos de RSC hacia la crisis será bien vista y los espacios para su comunicación, sean propios o públicos, se convertirán en aliados de dichos esfuerzos. Nuevamente, la comunicación contribuirá al incremento de una reputación sólida y fortalecida.
La emergencia nacional causada por el coronavirus traerá consecuencias sin precedentes para el país entero y muchas empresas se verán obligadas a transformarse. La comunicación corporativa deberá también reinventarse. Si este objetivo se logra, las empresas no solo podrán sobrevivir, sino que también enfrentarán el futuro con mucho más optimismo.