Pero como los comunicadores somos seres de cambios permanentes, a la industria -el periodismo, el marketing, la publicidad y las relaciones públicas- no le quedó otra que reinventarse, acelerar los cambios y consolidar la transformación digital.
La prensa escrita, centro de nuestra industria y de la que todos en parte dependemos, sufrió el peor remezón de su historia, viendo desaparecer cabeceras importantes a nivel mundial. Aquí le dijimos adiós a Publimetro y a El Bocón, que pasó a ser eminentemente digital.
“La crisis ha golpeado a una industria que ya venía debilitada por la caída de las ventas y de la publicidad y ha acelerado la transición hacia un futuro 100 % digital”, dice el instituto Reuters en su informe 2020. “Esta es la mayor amenaza para la industria mundial de la información desde la crisis económica del 2008”, arremete el Press Gazette.
Estos cambios positivos han ayudado a consolidar un camino digital con procesos y protocolos periodísticos.
Pero como en todo, el vaso se puede ver de dos formas: medio lleno y medio vacío. La industria respiró hondo, gestionó la crisis -de eso sabemos y mucho- y le plantó cara al coronavirus, “una fuerza impulsora de la innovación”, a decir de Jeremy Parola, director de Digital del grupo Reworld Media, citado en el estudio de Kantar sobre cómo cambió el panorama mediático.
Vistas las cosas nueve meses después, la industria ha recobrado la confianza de las audiencias diversas. Las noticias de los medios tradicionales han vuelto a gozar de la credibilidad que -hay que reconocerlo- se estaba perdiendo por la irrupción de medios adictos al sensacionalismo y a las fake news.
De hecho, estos cambios positivos han ayudado a consolidar un camino digital con procesos y protocolos periodísticos. Lo que no deja de ser una buena noticia no solo para quienes estamos en la industria, sino también para toda la sociedad. Una democracia sin medios, lo sabemos, no existe.
Así que Pelona, cambiamos, sí, pero te ganamos.